Por: Manuel Moya Blanco

Alberto Reyes Pías es un sacerdote que profesa en la diócesis de Camagüey, relacionado con la organización de ex presos contrarrevolucionarios denominada Observatorio Cubano de Derechos Humanos, dependiente de entidades que promueven falsas democracias como la National Endowment for Democracy (NED) y la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID).

Sus publicaciones y entrevistas en las redes sociales se resaltan y alaban en medios y sitios que están destinados a manipular, difamar, como parte de la estructura subversiva del gobierno de Estados Unidos contra Cuba en su afán por derrocar a la Revolución cubana; además participó en los sucesos del 11 de julio de 2021 del lado de la sedición; hecho planificado y ejecutado por la cúpula gobernante en EE.UU.

También estuvo presente en la Cumbre Internacional de Libertad Religiosa realizada el 30 y 31 de enero de 2024 en Washington, promovida por el Instituto Republicano Internacional (IRI), entidad sujeta a la dirección y financiamiento del estado norteño para fines subversivos, donde se trataron supuestas faltas de libertades religiosas en Cuba y Nicaragua.

En sus escritos, intervenciones y entrevistas manipula, engaña y traiciona a su pueblo, al tratar de llevarlo por el camino que conduce al abismo y no a la luz; escogido por varios gobiernos estadounidenses, y el de turno que se confabula con el genocida sionismo, y el fascismo ucraniano.  

Pías es uno de los fieles continuadores, guía y practico en la actualidad de las frases del  subsecretario de Estado, Lester D. Mallory, del 6 de abril de 1960: …”El único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución es a través del desencanto y el desaliento basado en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba, negarle dinero y suministros para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”…, palabras que constituyeron uno de los cimientos del surgimiento del bloqueo criminal que ha sufrido por décadas el pueblo cubano y hoy se muestra más acrecentado.

Aprovechando los efectos inhumanos que ha causado a la población cubana ese perenne asedio imperial, traducido en una situación económica difícil y compleja para los cubanos hoy, todos sus sermones, predicas, y verbo dentro y fuera de la iglesia van acompañados siempre de un matiz subliminal en función de fomentar o crear en la población y la feligresía estados de ánimo que conduzcan a protestas, reclamos; hechos de esta índole; pero que sean duraderos para que contribuyan a la generación de un caos, un levantamiento popular; siendo un cómplice más de los planes y propósitos contra la nación cubana de esa maquinaria asesina que es el imperialismo yanqui.

Por tales motivos Alberto Reyes culpa al gobierno cubano y no al gobierno estadounidense de la falta de productos básicos, de la escasez, del calor, de los cortes de electricidad, de los problemas con el agua, de los altos precios que preponderan a través de El Toque, de la falta de medicamentos, y hace énfasis en la mal llamada falta de libertad; llama a no seguir “aguantando”.

En su última publicación trata de encubrir sus alevosas artimañas en el ejemplo del interruptor defectuoso y llama a “convencernos de que no tenemos por qué seguir conformándonos con migajas, ni tener que hacer “más con menos”, ni enrolarnos en una “resistencia creativa”, y sugiere cambiar el interruptor: …”entonces, sólo entonces, seremos capaces de exigir el todo y no “algo”, seremos capaces de dejar los trillos agobiantes de nuestra cotidianidad para conquistar la avenida amplia y limpia de la libertad, esa que trae el progreso, el bienestar y la paz”…

Cabe preguntar a Reyes Pías y a todos los que agasajan sus palabras: ¿Cuál es la libertad que hay que conquistar; cuál es el progreso, el bienestar, y la paz?

Acaso la respuesta está en un capitalismo salvaje que vivió Cuba ante de 1959 y desde los años 50 cuando se fanfarroneaba una “prosperidad” que solo irradiaba a una decena de miles ante más de 6 000 000 de habitantes que vivían en la Isla: …”Barrios insalubres, desalojos, alquileres elevados, tarifas eléctricas no al alcance de los más pobres. Viviendas miserables en el campo y en la ciudad.

En el año 1953, el 22% de las viviendas de Cuba pertenecían a sus ocupantes; el 65% carecía de acueducto y el 72% no contaba con servicio sanitario propio; el 42% no tenía servicio de electricidad y el 13 % disponía de una sola pieza. El 55% de todas las viviendas campesinas carecía de inodoro o siquiera de letrina, lo que explicaba, en parte, el espantoso apogeo del parasitismo. El 14% de los obreros agrícolas padeció de tuberculosis, el 13% pasó la tifoidea y el 36% se confesaba parasitado.

Cubanos muriéndose en las calles por falta de camas en los hospitales. Para conseguir un ingreso había que prometerle al político el voto. Un millón y medio de cubanos, mayores de seis años, de una población de seis millones, no tenían aprobado ningún grado de escolaridad.

Niños que vivían en las calles y dormían donde les cogía la noche. Niños que se veían obligados a trabajar para ayudar a la empobrecida economía de la casa; de una población de 6 000 000 millones de habitantes, 600 000 mil estaban desempleados; niños vendedores de billetes de lotería, de periódicos y revistas, que pedían limosnas en las calles, limpiabotas; niños que improvisaban cantos en los ómnibus para después rogar unas moneditas. Niños que pasaban hambre. Ninguno asistía a la escuela.

Las zonas costeras estaban en manos de entidades privadas. Después de 1959 se liquida el exclusivismo y diversas formas de discriminación racial que en estos lugares se practicaba”…

Señor Cura Reyes Pias, la libertad, el progreso, el bienestar, y la paz, se conquistaron a partir de 1959, cuando se eliminó el analfabetismo, y se inició un proceso de desarrollo social y económico para bienestar del pueblo cubano que el bloqueo yanqui ha obstaculizado tendiéndole murallas que impiden su continuidad y avance, y lo ha exacerbado en los últimos años.

Sus actos son explícitos, Ud desea que su patria sea anexada a los EE.UU y la riqueza se concentre en una minoría de personas, y como país tercermundista que es Cuba – sin los recursos que cuentan en potencias como la norteamericana, donde muchas de sus riquezas han sido arrebatadas a otros países en guerras e intervenciones, –  resurja la pobreza y la extrema pobreza, se disparen los índices incontrolables de violencia y criminalidad, la vida se convierta en un caos, e insegura, vuelvan a dormir en las calles niños hambrientos, les falte atención médica, y vacunas, mueran, y no todos puedan ir a la escuela y estudiar una carrera universitaria gratuita, entre ellas la de medicina, como Ud. la inició y abandonó en el tercer año para estudiar el sacerdocio.

No cabe dudas que en tales circunstancias Ud. se confabularía con el gobierno entreguista y lacayo que se instauraría, el cual no financiará hogares para niños pobres sin amparo filial, ni programas de atención a diferentes enfermedades, a ancianos; y condicionará el aumento considerable del desempleo, las tarifas eléctricas, ect, y ect.

He estado pensando, que Ud. no lucharía por revertir una situación como tal; no se pondría del lado de los pobres y de la justicia como Jesucristo. Ud. no llamaría al pueblo a las calles de forma solapada como lo hace hoy para que se levante contra esas injusticias que se apoderarían de Cuba; predicaría en una iglesia a la que asistirán ricos y no alzará su voz a favor, ni ayudará, ni acompañará, a los necesitados, desposeídos y abandonados. Ud. no hablaría de falta de libertad religiosa y seguiría siendo el falso párroco que es hoy realizando una labor contrapuesta a la doctrina religiosa, lo cual evidencia que no es un fiel hijo de Dios, ni discípulo de Jesucristo; Ud. es un Caín o un Judas Iscariote, ha traicionado su fe católica de cuna y familiar.