Por: Manuel Moya Blanco

Recuerdo en mis clases de ajedrez como mi profesora insistía en que se controlara y ocupara el centro de las casillas con los peones, dado a que teniendo el centro del tablero controlado la movilidad de las piezas hacia cualquier sector sería mayor.

Allen Dulles

Esta máxima ajedrecista es la que se aplica desde que surgieron las guerras militares hasta las doctrinas de la guerra ideológica. Los estrategas de la lucha ideológica como Joseph Goebbels, Allen Dulles y algunos aportes puntuales de otros, siempre establecieron que entes en sectores de la cultura, la juventud, los intelectuales, erigidos como líderes o agentes de cambio serían  los cerebros o jugadores que mueven a los peones hacia el centro del tablero. De igual manera está planteado en las teorías del Golpe Blando de Gene Sharp.

Joseph Goebbels

Pero, ¿cuál es el centro del tablero definido desde las últimas décadas del siglo XX hasta la actualidad en los manuales establecidos para esos fines por el Gobierno de EE.UU.? Sin dudas que las calles. Tomar las calles y sitios claves con un número tal de personas que les favorezca obligar al Gobierno a tener no más que un solo camino: Aceptar las exigencias que le imputan, como lo han practicado con éxitos en unos y sin lograrlos en otros en las Revoluciones de Colores de algunos países europeos y africanos, y los intentos fallidos en Venezuela, Nicaragua, y nuestro propio país en menos de un año.

Lester Mallory

El Servicio de Inteligencia norteamericano y sus tanques pensantes evaluaron posibles premisas a su favor y pusieron carta sobre la mesa insistiendo en dar una estocada final; es ahora o nunca; en función de aprovechar las circunstancias actuales de crisis mundial provocada por la pandemia de la Covid-19 que ha repercutido en la economía de nuestro país hacia lo interno, provocando serias y complejas dificultades que se reflejan en escaseces alimenticias, falta medicamentos, y otros, así como la ocurrencia de afectaciones eléctricas, las que han causado un efecto negativo en la población; unido a la existencia de determinados grupos de personas confundidas, y otras inclinadas a lograr el “sueño americano”, mas las consecuencias del Bloqueo, y los posibles resultados de sus campañas mediáticas al modo de los pensamientos de Dulles, Goebbels, y Lester Mallory, entre ellos hacer creer como responsable de las vicisitudes al Gobierno cubano.  

Con esos razonamientos y ante los fracasos de la contrarrevolución tradicional, el Movimiento San Isidro, el 27N, y el 11 de julio,  aparece el joven dramaturgo, Yunior García Aguilera, con su proyecto “Archipiélago”, donde su objetivo ha sido aplicar acápites de los manuales del Golpe Blando: …”reunir gente, no importa de qué tenencias políticas, que protesten, y que protesten “de cualquier cosa”, el objetivo es protestar y como vemos, no importa el caos que se le provoque a la sociedad, ese es el objetivo”…  …” se comienza con una marcha y se toma posesión pacífica de un lugar o un inmueble”…, en tanto que utiliza el arte como complemento para hacer prevalecer símbolos asociados a esos propósitos, resultado de los conocimientos adquiridos en su formación artística y en su preparación como agente de cambio en España y Argentina a propuesta del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, un organismo dirigido hasta marzo de 2021 por William J. Burns, actual Director General de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). En uno de esos cursos en Saint Louis University en Madrid tuvo la compañía de mercenarios cubanos pagados por la Fundación Nacional para la Democracia (NED).

Con las herramientas que lo dotaron, Yunior García abrió su juego y busca llevar sus peones a controlar las casillas centrales, tratando de engañar con una supuesta marcha o protesta pacífica, utilizando el manto del amparo en la Constitución y la manipulación de sus artículos, dirigido y preparado por sus titiriteros imperiales

García Aguilera y sus acólitos no plantean ningún programa social para mejorar la situación económica que tanto critican, no hablan de la necesidad de eliminar el Bloqueo criminal y asesino causante de la mayoría de las dificultades que afectan a la población. Piden la liberación de los detenidos que participaron en actos vandálicos el 11 de julio, de esos que apedrearon un hospital pediátrico, desvalijaron tiendas, dañaron autos estatales y policiales, amenazaron con quemar vivas a personas, agredieron a agentes del orden, y a otros ciudadanos que salieron en defensa de la Revolución, e hicieron resistencia a la detención, por lo que hubo que reducirlos a la obediencia por la fuerza, lo cual utilizan hoy para establecer como matrices de opinión que las tropas especiales del MININT emplearon violencia.     

Hablan de cambio. ¿Cambiar qué? Sus pretensiones acompañadas de las consignas el cambio es ya, patria y vida, libertad, soscuba, y otras creadas como parte de la estrategia comunicacional del Golpe Suave, no se basan en ningún reclamo social que deba responder el Gobierno cubano; lo que buscan es volver al pasado, establecer un capitalismo salvaje donde no habrá seguridad para los niños en las escuelas, se verán niños durmiendo en las calles; se eliminará la educación y la atención médica gratis; las vacunas habrá que pagarlas; no todos tendrán acceso al deporte; si no tienes dinero no podrás pagar una carrera universitaria; se abarrotarán los mercados de productos pero no todos tendrán la economía suficiente para comprar, existirá el hambre, la miseria, la explotación, la pobreza extrema, para la mayoría, como sucede hoy en países centroamericanos y latinoamericanos de sistemas capitalistas. Aparecerán mafias y grupos de delincuentes armados violentos; y desaparecerá la tranquilidad ciudadana.

Se proyectan al estilo 11 de julio con el apoyo de históricos cabecillas contrarrevolucionarios. En las redes sociales se aprecia esa tendencia a la desobediencia y a la violencia. Entonces la pregunta es: ¿Cuan legal y pacifico tiene ese llamado de salir a las calles manipulando lo que realmente plasma nuestra Constitución?:   …”ARTÍCULO 56. Los derechos de reunión, manifestación y asociación, con fines lícitos y pacíficos, se reconocen por el Estado siempre que se ejerzan con respeto al orden público y el acatamiento a las preceptivas establecidas en la ley”…

Quieren arrebatarnos el record de haber ganado 62 partidas ininterrumpidamente con los logros de la Revolución, entre ellos vale mencionar el apoyo que brinda el Estado cubano a nuestros artistas e intelectuales. Ha olvidado Yunior García que no pagó nada por convertirse en dramaturgo, y la aceptación de fondos del MINCULT para realizar sus obras.

¿Con estos aires que soplan desde el Norte, nos dejaremos arrebatar las partidas ganadas en 62 años de Revolución, en los cuales siempre hemos mantenido el control y la ocupación de las casillas centrales de manera legal? La respuesta está en un artículo publicado en el Blog PostCuba por Marcos Velázquez Cristo:

…”Apreciando erradamente la realidad cree llegado el momento de lanzarse a fondo, desconociendo el factor más importante y verdaderamente decisivo, el pueblo, cuya gran mayoría a pesar de la guerra mediática, de las mentiras de personajes como él, de las carencias y sacrificios que le imponen el bloqueo y la pandemia, sigue apoyando a su gobierno que es apostar por el socialismo.

¡Sí! ¡Yunior!, la inmensa mayoría del pueblo apoya a su gobierno socialista, porque él lo representa y lo guía hacia el socialismo próspero y sostenible  que es el sueño de todos los que queremos bien a la patria, aunque lo niegues y no lo quieras reconocer.

Esa mayoría, te recuerdo, aprobó la Constitución que, en su Artículo 4 dice (…) El sistema socialista que refrenda esta Constitución, es irrevocable. Los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución. Y que, además, ella en su Artículo 45 específica: El ejercicio de los derechos de las personas solo está limitado por los derechos de los demás, la seguridad colectiva, el bienestar general, el respeto al orden público, a la Constitución y a las leyes.

“…Los que hablan de democracia deben empezar por saber lo que es democracia. Es el respeto (…) a la libertad y al derecho de los demás…”.

Fidel.